jueves, 24 de marzo de 2011

Fabulas de Jose A.Ponce

El lagarto y el jilguero.












Lucía su bonito plumaje
En un día primaveral
El modesto jilguero
Dando su repertorio musical.

Un lagarto feo y con mala saña
al desprevenido pajarillo atrapó
Suplica, implora y ruega,
Pero el horrendo bicho, no aceptó

¿Por qué a un animal con tantas virtudes asesinar?
¡Pájaro imprudente!, Mato tu belleza. Esa es la verdad.

Moraleja

De lagartos, llena está la sociedad
Envidiosos de la virtud de otros,
Intentan destruirla sin piedad.

Autor: José A. Ponce

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El Burro devorado












En el cepo de un cazador


El lobo fiero, metió su pata


A todos los dioses pedía


para que lo liberaran


Acertó a pasar un burro


que pastaba en el lugar.


-Querido asno libérame


y nunca te arrepentirás-.


El asno con sus grandes dientes


de un mordisco abrió la trampa


el Lobo corriendo como loco


sin mirar atrás se perdió en la montaña.


Meses después es el burro

Quien tropieza, cae y se despeña

la pata se lastima, rebuzna de dolor

alertados los lobos acuden en manada.

El burro le recuerda su hazaña,

pero el lobo en su instinto asesino

ante su tropa, ya no recuerda nada

y en menos que canta un gallo


el asno es devorado desde las orejas, hasta el rabo.




Moraleja:
 No te fíes de tus enemigos

Ni de las personas innobles

Pues nunca te agradecerán

tus favores.                                               Autor: Jose A. Ponce
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La zorra y el rey león











Por prados, montes y valles

Los felinos del reino animal

Matando y devorando acabaron con sus presas

En toda la vecindad.


Son los leones por su fuerza y agresividad

Los mas dañinos, no hay que dudar

Matan, devoran y engullen sin reparar.

Otros carniceros tampoco quedan atrás

Es tan severo el exterminio, que sin trofeos queda el lugar.

Llama el rey de los animales

“Según tradición es el león”

a su corte a todas las fieras

Para hacerle una confesión:

Hay que acabar con los delincuentes

Que se comen la carne sin precisión

Esto está dando lugar, si no lo remediamos

A morir de hambre y a esto no hay razón.

Se oyeron confesiones de robos y muertes a millones

Mas a la grandeza los vasallos aplaudieron

sus afilados dientes y sus uñas reales

por tan grande gesta al rey le adularon.

Toco el turno a la Zorra, aunque achacosa y vieja exclamó:

- mi dieta no pasa de uvas, lagartijas y algún roedor

Sin embargo me acuso de encontrar en un rastrojo

por casualidad, un conejo, eso sí, algo cojo.

Al cual me comí, mas fue por necesidad y no por antojo.

El cortesano lobo grita de momento:

-Culpable, comer un gazapo, qué atrevimiento.

La raposa en su defensa alega: mi delito es menor

comparado con los de la realeza, merendaron a cientos.

Con voz prepotente dijo su alteza: -¡Calla imprudente.

Yo, el rey león, te sentencio a muerte¡.



moraleja

La hipocresía que inunda al mundo


Con esta fábula, que es cuento, demuestro que,


Aunque seas un virtuoso pero débil y pobre,


te acusarán como a la zorra, sin argumento.


Sin embargo, al perverso, pero poderoso,


la justicia lo alabará como grandioso.




Autor: José A. Ponce Fernández