El lagarto y el jilguero.
Lucía su bonito plumaje
En un día primaveral
El modesto jilguero
Dando su repertorio musical.
Un lagarto feo y con mala saña
al desprevenido pajarillo atrapó
Suplica, implora y ruega,
Pero el horrendo bicho, no aceptó
¿Por qué a un animal con tantas virtudes asesinar?
¡Pájaro imprudente!, Mato tu belleza. Esa es la verdad.
Moraleja
De lagartos, llena está la sociedad
Envidiosos de la virtud de otros,
Intentan destruirla sin piedad.
Autor: José A. Ponce
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En el cepo de un cazador
El lobo fiero, metió su pata
A todos los dioses pedía
para que lo liberaran
Acertó a pasar un burro
que pastaba en el lugar.
-Querido asno libérame
y nunca te arrepentirás-.
El asno con sus grandes dientes
de un mordisco abrió la trampa
el Lobo corriendo como loco
sin mirar atrás se perdió en la montaña.
Quien tropieza, cae y se despeña
la pata se lastima, rebuzna de dolor
alertados los lobos acuden en manada.
El burro le recuerda su hazaña,
pero el lobo en su instinto asesino
ante su tropa, ya no recuerda nada
y en menos que canta un gallo
el asno es devorado desde las orejas, hasta el rabo.
Moraleja:
No te fíes de tus enemigostus favores. Autor: Jose A. Ponce
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La zorra y el rey león
Por prados, montes y valles
Los felinos del reino animal
Matando y devorando acabaron con sus presas
En toda la vecindad.
Son los leones por su fuerza y agresividad
Los mas dañinos, no hay que dudar
Matan, devoran y engullen sin reparar.
Otros carniceros tampoco quedan atrás
Es tan severo el exterminio, que sin trofeos queda el lugar.
Llama el rey de los animales
“Según tradición es el león”
a su corte a todas las fieras
Para hacerle una confesión:
Hay que acabar con los delincuentes
Que se comen la carne sin precisión
Esto está dando lugar, si no lo remediamos
A morir de hambre y a esto no hay razón.
Se oyeron confesiones de robos y muertes a millones
Mas a la grandeza los vasallos aplaudieron
sus afilados dientes y sus uñas reales
por tan grande gesta al rey le adularon.
Toco el turno a la Zorra, aunque achacosa y vieja exclamó:
- mi dieta no pasa de uvas, lagartijas y algún roedor
Sin embargo me acuso de encontrar en un rastrojo
por casualidad, un conejo, eso sí, algo cojo.
Al cual me comí, mas fue por necesidad y no por antojo.
El cortesano lobo grita de momento:
-Culpable, comer un gazapo, qué atrevimiento.
La raposa en su defensa alega: mi delito es menor
comparado con los de la realeza, merendaron a cientos.
Con voz prepotente dijo su alteza: -¡Calla imprudente.
Yo, el rey león, te sentencio a muerte¡.
moraleja
La hipocresía que inunda al mundo
Con esta fábula, que es cuento, demuestro que,
Aunque seas un virtuoso pero débil y pobre,
te acusarán como a la zorra, sin argumento.
Sin embargo, al perverso, pero poderoso,
la justicia lo alabará como grandioso.
Autor: José A. Ponce Fernández